¿Quién tiene la llave de tu
felicidad? O tal vez debería preguntar ¿En qué
consiste la llave de tu felicidad? En el primer caso, se trata de alguien, de un ser humano específico (o
más de una persona específica) que tiene la llave de tu felicidad. Tal vez tú
pareja sin la cual eres incapaz de ser feliz. O tu hijo, sea adulto o pequeño.
O tal vez tus padres, o incluso una mascota. En el segundo caso, se trata de algo que tiene la llave de tu felicidad.
Esto puede ser algo material, como el saldo de tu cuenta bancaria o cartera, o
el barrio donde se encuentra y el tamaño de tu casa, o podría ser tu juventud, tu
fuerza física, tu belleza, tu situación profesional, tu posición social, y así
sucesivamente.
En todos los casos, se deriva la
felicidad de una fuente exterior, que llega a decir que la llave de tu
felicidad está fuera y no dentro.
Quizás puedas ver el problema con
esto. La gente te puede defraudar, te dejan, o mueren. Las cosas materiales
pueden desaparecer, al igual que la juventud, las posiciones profesionales y
sociales. En cualquiera de esos casos, y si la llave de tu felicidad está ahí, entonces, ¿qué vas a hacer? Y por favor
no contestes, que luego vas a implementar el Plan B.
Reconocer que la
felicidad debe de venir primero desde adentro hacia afuera es tu camino para
salir de ese dilema. Comenzar a moverte en ese camino requiere ser consciente
de un deseo o de la intención de empezar a amarte a ti mismo. Cuanto más te ames
a ti mismo, más serás capaz de encontrar la felicidad en el interior y te darás
cuenta - tal vez para tu sorpresa - que ya no tendrás que encontrarlo en el
exterior, o por lo menos, que ya no lo buscarás en el exterior.
En mi libro Reconectar con el Alma (se publicará a finales de este mes de abril) escribí: Cuanto
menos te ames a ti mismo más probable es que creas que la llave de tu felicidad
este en manos de otra persona.
Imagínate
que uno de tus amigos aparece en un nuevo Audi Spider que llevas deseando desde
hace años, otro amigo ha conseguido bajar 10 kilos, cosa que has estado intentando
hacer sin éxito, desde hace tiempo, y otro acaba de firmar un acuerdo para ampliar
su negocio que le rendirá varios millones en los próximos años. Lees sobre
alguien de quien nunca has oído hablar antes, que acaba de firmar un contrato
discográfico y ahora un single de ese primer CD ha llegado a las listas de
éxitos, no a nivel nacional, sino a nivel mundial. Tu mejor amigo parece que nunca
deja de salir, otro continuamente te
llena los oídos con lo maravillosa que es la vida, y un tercero no puede dejar
de hablar de los hijos o nietos y cuán inteligentes o exitosos o proactivos
son. Otra persona de tu círculo conoció a una viuda adinerada y ahora se van a
casar, el hijo de otro amigo fue ascendido a Vicepresidente de la compañía en que
trabaja, tu vecino golfista acaba de empezar a salir con una mujer
increíblemente guapa de unos 20 años menos que tú, y, por supuesto, la lista de
todas las cosas buenas que le pasa a los demás sigue y sigue. Y no sólo sigue y
sigue, sino que ha estado sucediendo de esa manera desde que tienes memoria. Siempre.
Y aunque
una parte de ti se alegra por ellos, hay otra
parte de ti que los envidia o siente celos, dependiendo de la situación. Eres
consciente de ello. En principio no te gusta sentir envidia o celos, pero ahí
están, aparecen cada vez que oyes hablar de la suerte que tienen los demás. Estos pensamientos son el caldo de cultivo
para tu infelicidad. Cuanto más (los pensamientos) se producen, más crece el
hábito de tener esos pensamientos y por lo tanto, crece el descontento. Estos
definitivamente no son pensamientos de alegría.
Lo que puedes hacer es esto: primero, tomar
conciencia (como probablemente ya lo has hecho) de que esto está sucediendo.
Reconocer que no te haces ningún bien. Todas esas bacterias de pensamientos te contagian constantemente con la
infelicidad. Está claro que los pensamientos deben ser abordados. Probablemente
estás pensando que ya que aparecen sin previo aviso y no porque los buscas, hay
muy poco que puedes hacer al respecto. Pero sí puedes. Se han convertido en un hábito que comenzó hace años, tal vez
incluso hace décadas. Y todo lo que tienes que hacer es librarte de ese hábito,
de la misma manera que te librarías del hábito que podrías tener de explorar con
la lengua una esquina de un diente astillado en la boca. Al principio sólo
explorarías el lugar, pero a medida que pasa el tiempo, la lengua desarrolla un
punto muy doloroso en ese lugar exacto donde pega contra el diente astillado. Duele.
Es entonces cuando conscientemente retiras la lengua cada vez que se quiere meter
en ese lugar y pronto dejas de hacerlo. Esto sucede porque involucras a tu
mente consciente para que detenga el proceso de dolor que se produce.
En el caso
de los pensamientos de envidia y celos que llevan a la infelicidad, puedes hacer exactamente lo mismo. En el
momento en que te enteras de la maravilla
que le está sucediendo a otra persona, y te das cuenta de los pensamientos de
envidia o celos que surgen, tienes un diálogo interno corto. Te preguntas si quieres
seguir con ese pensamiento. Probablemente la respuesta es negativa, porque ya eres
consciente del hecho de que esos pensamientos sólo te llevan a la infelicidad.
Es posible que necesites tener una breve batalla, porque puede ser que una
parte de ti desee adentrarse en el pensamiento que provoca envidia o celos (lo que Eckhart
Tolle llamaría el cuerpo del dolor),
pero puedes ganar esa batalla, igual
como has sido capaz de ganar la batalla sobre la lengua.
Así que has
tenido el pensamiento, pero lo has parado en algo. Perdió un poco de fuerza. Pasas
a otro tema. La próxima vez que la envidia o los celos surjan, haces
exactamente lo mismo. Y una y otra vez. Al hacer esto, la fuerza de las vías
neurales que tienen que ver con este hábito en particular va a disminuir.
Finalmente, el hábito cesará. Todo lo que tienes que hacer es seguir siendo lo
suficientemente consciente para practicar esto. Y, por supuesto, hace falta que
lo desees. Es así de fácil. Y abres el camino a la alegría.
Imagínate a
unos niños saltando de alegría. Es una imagen que a menudo asociamos con los
niños (o animales), pero no tan a menudo con nosotros mismos. ¿Cuándo fue la
última vez que saltaste de esa manera? O incluso si ya eres un poco mayor o incluso
en silla de ruedas, ¿cuándo fue la última vez que sentiste ganas de saltar de esa manera?
Entonces,
¿qué nos ha pasado? Desde luego recuerdo haber saltado de alegría de niña y
ahora, siendo baby boomer, mis saltos
tienden a ser más en mi cabeza, pero siento una gran alegría con las cosas
simples ... como tener un maravilloso café en la mañana en un lugar con una
vista fabulosa (y que puede ser la vista desde mis ventanales en casa), pero
también puede ser la vista que me imagino estar viendo en fotos que llevo
subiendo últimamente a mi Facebook, donde disfruto de un café virtual en un
lugar distinto del mundo cada día. También puedo experimentar mucha alegría desplegando
un periódico frente a aquel café y disponiéndome a leerlo (de alguna manera, me
he dado cuenta, que la alegría no es tan intensa si el periódico es virtual, en
mi smartphone, que me permite ver la prensa mundial, junto con el café, pero la
alegría no es la misma que el sentir el papel real entre las manos). Otras
cosas que me traen gran alegría es cuando me voy de excursión un fin de semana
con amigos hacia lo desconocido, o al campo, o las montañas o a lo largo del
Mediterráneo, aquí donde vivo. También experimento alegría al abrir un libro
nuevo, manejar hasta el aeropuerto para recoger a uno de mis hijos (que es una
de las alegrías más grandes), o al contemplar las próximas vacaciones. La
alegría viene igual cuando saboreo el aroma de pan recién horneado (incluso si
no lo tomo), el perfume de jazmín, o los olores inconfundibles de la infancia
de hierba recién cortada.
Como se ve,
mis alegrías son sencillas. Podría enumerar otras que cuestan dinero y son
complicadas y difíciles de lograr, pero el hecho es, que por ser alegrías tan
fáciles de conseguir, puedo tenerlas todos los días. Y sentir alegría cada día,
mentalmente saltando de alegría todos los días, debe formar parte de tu lista
de tareas pendientes. Sentir alegría a diario se debe dar por sentado igual como
das por sentado lavarte los dientes y darte una ducha todos los días. Abraham dijo:
El estándar de éxito en la vida no está
en las cosas. No es el dinero o cosas, es absolutamente la cantidad de alegría
que sientes y estoy totalmente de acuerdo.
¿Estás
sintiendo alegría hoy?
*********************************
Échale un vistazo también al portal de mis libros: www.gabriellakortsch.com donde podrás bajar extractos y citas de mis libros (aunque hasta la primavera de 2015 solo en inglés). Mi nuevo libro Emotional Unavailability & Neediness: Two Sides of the Same Coin ya está a la venta en todo el mundo en Amazon tanto en formato de bolsillo, como en E-libro para Kindle. Tambien se puede adquirir (igual que los demás libros míos) en Barnes & Noble.
Libros por Gabriella Kortsch (español) ... a partir de abril de 2015
My blogs in English: Rewiring the Soul &The Tao of Spiritual Partnership
Mein Blog auf deutsch: Wiedervereinigung der Seele
No comments:
Post a Comment