Tuesday, December 11, 2018

El retrato de una relación sana



Si quieres escalar el Kilimanjaro o Everest, puede que pases algo de tiempo mirando fotos de otros que lo han conseguido y leyendo libros que describan cómo lo hicieron. Si quieres crear un jardín, puede que empieces por consultar libros de jardinería para hacerte una idea de cómo sería aquello que te imaginas para tu jardín, o puede que acudas a un paisajista para que te aconseje, y que te inscribas para tomar clases prácticas. Si planeas mudarte a otro país el año que viene y deseas hablar el idioma con cierta fluidez para cuando llegues, puede que comiences por tomar algunas clases y ver películas en ese idioma (quizás con subtítulos en el tuyo propio) para aclimatarte a los sonidos de sus palabras.

Con las relaciones sanas podemos hacer un poco lo mismo. La mayoría no hemos tenido ejemplares maravillosos en las relaciones que hemos observado a lo largo de los años —ya sea en nuestras propias familias o con amigos y conocidos—, así que tiene sentido buscar ideas y pautas para podernos formar una idea de cómo es una relación sama. También cabe mencionar que, a veces observo una pareja de famosos de lejos durante algunos años. Puede que marque todas las casillas aparentemente correctas con respecto a tener una relación sana, pero si repentinamente pasa por algún acontecimiento grave, puede que desencadene emociones en una de las partes o en ambas. Así pues, en este punto puedes realmente ver—suponiendo que entiendas algo de lo que relataré a continuación — la forma tan malsana en que reaccionan algunas personas —quienes, superficialmente, pueden parecer equilibradas— cuando se encuentran envueltas en emociones que aún no han aprendido a controlar, especialmente si aún no han comenzado el proceso de llegar a conocerse verdaderamente a sí mismas.

Ahora veremos lo que es una relación sana. Y que sepas que, dondequiera que estés situado arbitrariamente en el continuo de la madurez emocional, no es tan importante como el que tanto tú como tu pareja os encontréis actualmente en algún lugar del mismo. Normalmente, quien ha llegado más lejos en el camino (no necesariamente quien sea mayor cronológicamente, y tampoco quien tenga un nivel de estudios más alto) es capaz de ayudar a su pareja a navegar por este continuo, pero no como profesor, terapeuta, mentor, anciano o predicador, sino más bien como compañero en este camino: «Atención a estos guijarros sueltos»; «Cuidado, hay una rama en tu camino, que no te golpee en la cara cuando pases»; «La profundidad del riachuelo ahí en medio es engañosa: podría parecerte poca cosa, pero en realidad es bastante profundo»; «A mí me costó mucho subir esta parte del monte, es bastante difícil»… ¿Entiendes lo que quiero decir?

Pues bien, estos son algunos de los principales elementos necesarios para que una relación de pareja sea sana, sin ningún orden en particular: 
  • Ambas partes están comprometidas con el crecimiento personal.
  • Por lo tanto, ambos saben y están dispuestos a mirarse a sí mismos cuando surgen problemas, incluso si este proceso interno todavía está en sus comienzos (cualquiera que sea la edad de la persona) y aún si es, a menudo, muy difícil e incluso bastante doloroso.
  • Los límites sanos son parte esencial de la relación (tu pareja respeta los tuyos y tú respetas los suyos). Esto significa que, por ejemplo, al tener una conversación sobre algo que cualquiera de los dos considera un problema, tu pareja ayuda realmente a hablarlo, en vez de atacarte o culparte; o sea: si él dice que le gustaría hablar de lo que le duele cuando ella no muestra afecto, en una relación malsana ella lo culparía a él por algo que puede que no tenga nada que ver, para desviar la atención, en vez de mirar al problema abiertamente.
  • Tener límites sanos también implica que ambos están trabajando activamente para amarse a sí mismos. Es casi imposible tener límites buenos si aún no te amas a ti mismo.
  • Ambas partes comprenden que aprender a auto-controlarse (pensamientos, emociones, acciones, reacciones, diálogo interior, etc.) es primordial para la salud de la relación, y por lo tanto están comprometidas a crecer en esa dirección cada día.
  • Ambos saben que permanecer plenamente conscientes y presentes en todo momento es clave para todos los puntos enumerados aquí.
  • Igualmente, ambos entienden que crecer hacia la madurez emocional es una prioridad, una meta de suma importancia. Lee también mi boletín de julio de 2018: «La influencia de tu madurez emocional sobre tu elección de pareja».
  • Ambos reconocen que la relación es una de sus herramientas más valiosas para el auto-crecimiento. En otras palabras, son precisamente los problemas que surgen dentro de la relación los que permiten que dicho crecimiento tenga lugar. Esto solo es posible si ambos lo miran desde ese punto de vista y trabajan activamente para resolver todos los problemas personales e interpersonales que surjan.
  • Igual importancia tiene el hecho de que ninguna de las partes sienta la necesidad de estar de acuerdo con la idea que tiene el otro sobre cómo debería ser él o ella.
  • Ambas partes asumen libremente la responsabilidad de su propio bienestar interior y felicidad, reconociendo que ello no es algo que deban esperar de la pareja. Esto incluye, por supuesto, celebrar los logros de tu pareja con ella, igual que tu pareja los celebraría contigo. No se tienen celos por los éxitos del otro o, si se tienen, dichos sentimientos son examinados como parte del proceso de crecimiento.
  • Atendéis los deseos, necesidades y opiniones de cada uno, lo que requiere que ambos os comuniquéis muy respetuosamente hasta que encontréis una resolución que satisfaga a ambas partes. Ello implica, por tanto, el hecho enormemente importante de que ninguna de las partes determine que su posición sea la única admitida.
  • Ambos tenéis una vida aparte de la relación, que puede incluir algunos amigos, actividades, aficiones o deportes. Ello fortalece la relación, a diferencia de una en la que ambos tratan de hacer todo juntos, lo que resulta en que uno o los dos se ve obligado a renunciar a personas, intereses o actividades.
  • Independencia (diferenciación): este es un tema extenso que guarda relación con muchos de los otros mencionados hasta ahora. Las parejas sanas se diferencian; es decir, no dependen el uno del otro en algunos aspectos fundamentales. En las palabras de David Schnarch, autor de «Constructing the Sexual Crucible» (Construyendo el crisol sexual), quien hizo famoso en realidad el término diferenciación tal como lo estoy usando yo aquí, «la diferenciación es básicamente la capacidad de equilibrar los dos impulsos más fundamentales de la humanidad. Uno es nuestro deseo de estar conectados con otras personas, y el otro, el deseo de ser libres y autónomos y dirigir el curso de nuestra vida. Así es que, tanto el querer estar en una relación como el querer ser nuestra propia persona son los dos impulsos más fundamentales y los dos problemas fundamentales que tienen las parejas en las relaciones comprometidas emocionalmente. La diferenciación es, por tanto, la habilidad de tener ambas cosas: estar muy involucrado en una relación y también ser capaz de ser tu propia persona dentro de esa relación. Cuando puedes hacer eso, básicamente tienes lo mejor de ambos mundos, incluido el tipo de relación que todo el mundo quiere tener». Como se ha dicho de una u otra manera a lo largo de este artículo, esto solo es posible si ambas partes están en un camino hacia el crecimiento.
  • Ambos estáis de acuerdo con respecto a los niños, la religión y las finanzas. Con esto no quiero decir que ambos creáis exactamente lo mismo, sino que habéis acordado honrar y respetar la posición del otro en estos asuntos, y que habéis acordado, antes de comprometeros en algo, cómo se tratarán estos asuntos en la relación. Si ya estáis en una relación en la que estos asuntos se descuidaron inicialmente, ahora los abordaréis dentro de los parámetros sugeridos en este artículo.
No creas que porque en estos momentos solo puedas marcar algunas de las casillas anteriores en tu relación actual (o tal vez ni siquiera una casilla), tu situación no tiene remedio. Haz que tu pareja lea esto. Poneos de acuerdo y comenzad a trabajar en uno, simplemente uno, de los puntos descritos más arriba. Puede que quieras hacerte con algunos libros o buscar un terapeuta que te ayude a gestionar los primeros pasos, pero, más que nada, se trata de que os pongáis de acuerdo. Los dos tenéis que estar comprometidos en este proceso. Si es el caso, lo conseguiréis. Prometido.

Y si eres soltero o soltera o te has separado o divorciado recientemente: una vez más, no te desesperes. Trabaja en ti mismo como puedas, y cuando cruces el umbral para pasar a lo que podría ser una nueva relación, sé observador y muy consciente. ¿Esta nueva persona está comprometida en un proceso similar? Si no es así, anda con cautela y con precaución porque la falta de compromiso en dicho proceso por parte de la otra persona simplemente podría conducirte a otra relación como la que acabas de terminar. Pero si ves que esa persona verdaderamente está comprometida en un proceso similar, atraviesa ese umbral, porque podrías estar dando uno de los mejores pasos de tu vida.


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Tuesday, November 13, 2018

La esencia de una verdadera intimidad


Hace poco esta cita de Upendo Kupita Juu se cruzó por mi camino: «La intimidad no es exclusivamente física. De hecho, puede que no tenga ninguna interacción física. Para que tenga lugar una relación íntima, permite que alguien entre en tus pensamientos, deja que abrace y acaricie tus sentimientos, deja que intime con tu mente. Permite que la intimidad emocional sea la razón para que se cultive la pasión. Ahora, esa intimidad es duradera».

Puede que nunca hayas considerado este aspecto de la intimidad simplemente porque, desde que éramos jóvenes, nuestro proceso de socialización nos llevó por caminos que consideran que la intimidad consiste solamente (o principalmente) en el sexo. Pero no es así.

Si a mí me dieran cien euros (o dólares) por cada pareja que ha venido a verme por culpa de una vida sexual fracasada, ya sería rica. Parece que no comprendemos que, sin lo que voy a llamar intimidad espiritual, que va mucho más allá de la intimidad emocional, la intimidad física simplemente no dura. De hecho, no tiene la menor esperanza, a no ser que quizás estemos hablando de adrenalina y de relaciones dramáticas del tipo al que me referí en mis dos últimos artículos del boletín (junio y julio de 2018), que son —como muy bien saben la mayoría de las personas que han participado en una o más de estas relaciones— altamente disfuncionales de todos modos.

Veamos otra vez lo que dice una parte de la cita anterior:

«Para que tenga lugar una relación íntima, permite que alguien entre en tus pensamientos, deja que abrace y acaricie tus sentimientos».

Permitir que alguien entre en tus pensamientos, permitir que alguien abrace y acaricie tus sentimientos... ¿no estarías de acuerdo en que este tipo de intimidad va mucho más allá de saber cuáles son las afiliaciones políticas, aspiraciones profesionales, pretensiones financieras y demás, de cada uno? Y ¿no estarías de acuerdo en que este tipo de intimidad va mucho más allá de deciros el uno al otro que os amáis, que queréis tener varios hijos y que queréis terminar viviendo en el campo y no en la ciudad, o viceversa?

A riesgo de simplificar lo que sucede en tantas relaciones, lo que estoy tratando de decir es que la aparente intimidad de muchas parejas se basa en compartir cama y hogar, hijos y cuentas, vida social y vacaciones, y las numerosas conversaciones sobre pensamientos y sentimientos que se centran en estas cosas, pero no tanto en lo que va más allá de eso. No porque las parejas sean superficiales o no sean enormemente inteligentes o reflexivas o elocuentes, me apresuro a añadir, sino porque, como se ha dicho antes, a muchos de nosotros nos educaron así y, por lo tanto, lo emulamos. Las sitcoms que vemos, las vallas publicitarias, los artículos en revistas, las redes sociales que utilizamos, todo ello nos mantiene —a no ser que busquemos más— en un lugar que generalmente no desarrolla una intimidad íntima con la intimidad.

Podemos compartir nuestro pasado más profundo y oscuro con nuestra pareja, nuestros sueños y aspiraciones, pero incluso eso puede estar lejos de la verdadera intimidad, si no está entrelazado con nuestras vidas diarias. La intimidad no es algo que ocurra ocasionalmente, sino que es una parte siempre presente —si somos verdaderamente íntimos— de todas nuestras horas compartidas. A no ser que esto lo entiendan ambas partes, una mujer puede tener una intimidad más profunda con una amiga que con su marido, y lo mismo un hombre con un amigo muy íntimo.

Eso no es saludable para la verdadera intimidad.

¿Entonces, ¿qué se puede hacer?

Para mí, una incursión inicial en este tipo de pensamiento requiere tomar un poco de conciencia íntima de ti mismo y de todo lo que piensas, sientes, así como la manera en que reaccionas y todo lo que haces. Sin ello, ¿cómo puedes tú (o yo) esperar crear una verdadera intimidad con otra persona?
Otro aspecto importante aquí es el deseo y la voluntad de ir realmente allí. ¿Estoy lo suficientemente interesado en esta otra persona (especialmente si esa persona es mi pareja o cónyuge), como para querer “molestarme” en conseguir tal intimidad? Estoy usando la palabra "molestar" deliberadamente, porque esto no es algo que simplemente sucede: hay que trabajar en ello. Esto es una inmersión en el otro individuo —y en uno mismo— con un profundo deseo de conectarse a niveles que van mucho más allá de lo que solemos usar para conectarnos entre nosotros, como aquellas conversaciones sobre la gotera que hay en el techo, que los niños necesitan ropa nueva para ir a la escuela en otoño, que uno de los coches ya está demasiado viejo, que cuál película vemos o qué hacemos este fin de semana.

Puede que estés pensando que todavía no te he dado ninguna pista de qué hacer en concreto para empezar a crear la verdadera intimidad. Yo lo veo del siguiente modo: si comienzas una relación más profunda contigo mismo, una que te permita conectarte con tu verdadera esencia interna, estando más presente y haciéndote más consciente, quizás usando la atención plena (mindfulness) como una de tus herramientas; herramienta que al mismo tiempo hará que te ames más a ti mismo y que alcances una mayor madurez emocional, automáticamente anhelarás —sin ninguna duda— una mayor intimidad con tus seres queridos. De hecho, sin esa intimidad, una relación parecerá un árido desierto donde la intimidad podría equipararse al agua que da vida. Y tratarás de moverte en esa dirección simplemente enfocándote más en esa esencia interna del otro, quien puede ser tu hijo, tu hermano, tu padre, tu amigo o tu compañero de vida. No porque tengas conversaciones sumamente serias, sino porque estás conversando sobre cualquier tema que esté sobre la mesa con la esencia interna del otro, y no solo con la parte externa visible.

Tal vez te gustaría también leer algunos libros que te guíen por este camino, aunque no te den recetas de libros de cocina para llegar allí. El cuidado del alma: Cultivar lo profundo y lo sagrado en la vida cotidiana, de Thomas Moore, y su Soulmates: Honoring the Mysteries of Love and Relationship (creo que este último es uno que aparece como 2ª parte del anterior en español), son un buen punto de partida. Otro bueno es Why Love Matters, de Sue Gerhardt (no lo encuentro en español); y por último, Terapia Zen: Un enfoque budista de la psicoterapia por David Brazier. Aunque son extremadamente distintos, de alguna manera todos estos libros se centran en la intimidad.

Algunas novelas que conectan con esta intimidad, si bien bastante antiguas, son Al filo de la navaja de Somerset Maugham, y El Mago de John Fowles (no la película). Y aunque es un poco más difícil identificar las películas que recorren este sendero, se podría empezar por El Príncipe de las Mareas, Memorias de África, Tierras de sombra, y también El Paciente Inglés y Los Puentes de Madison. 

Lo importante es que trabajes en intimar contigo mismo pues, al hacerlo, volverte verdaderamente íntimo con otra persona empezará a formar parte de tus prioridades; se convertirá en algo que buscarás activamente en cualquier relación importante y reconocerás que, sin ello, la conexión con otra persona no hace sino rozar la superficie de todo lo que es posible.

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