Corregulación. Uno de esos términos que parece haberse
convertido en la palabra de moda más actual. De la autorregulación ya hemos hablado con anterioridad en artículos y en
mi blog (mira El arte de la autorregulación), y
ahora nos toca hablar de la corregulación.
Una manera sencilla de pensar en la corregulación es
considerarla como la forma en que dos personas se ayudan mutuamente a convertirse
en individuos autorregulados, o la forma en que una de ellas ayuda a la otra a aprender a hacerlo. La corregulación
puede verse como una de las mejores cosas que pueden ocurrir entre dos
personas, independientemente del tipo de relación que tengan.
Empecemos por examinar lo que sucede en la infancia. Un bebé
llora. Quizá tenga hambre, o frío, o esté mojado, o tenga un cólico. Si la
madre (o quienquiera que esté cuidando al bebé) lo ignora o es brusca con él o
simplemente se impacienta, o tal vez le habla en un tono de voz que no es suave
ni consuela, lógicamente el bebé empieza a sentirse estresado. Si esto ocurre con
regularidad, el bebé aprende que el mundo no es un lugar seguro. En cambio, si
la madre acude para calmarlo, lo saca de la cuna y lo sujeta entre sus brazos con
calidez y suavidad, le da de comer, le cambia el pañal o le frota la barriga,
todo ello sin dejar de emitir sonidos suaves o cantando, en la mayoría de los
casos el bebé empezará a sentirse mejor. Se sentirá consolado. Ante todo, el
bebé habrá recibido –y, con suerte, seguirá recibiendo muchas más– una de sus
primeras lecciones de corregulación.
Avancemos hasta los tres o cuatro años de edad. Justo antes de
cenar, nuestro pequeño ve una caja de galletas en el armario abierto de la
cocina. Si la madre o el padre (o quienquiera que esté con él) responden
negativamente a la petición del niño de comer galletas, puede que se produzca
un berrinche. Para que el progenitor responda de manera correguladora, primero
tiene que entender que el cerebro y el corazón del pequeño aún no están muy
versados en autorregulación. En otras palabras, que le digan “no” es algo muy
complicado para el cerebro en evolución, razón por la cual el progenitor está
ahí para modelar la autorregulación mediante la corregulación. La serenidad es,
por tanto, una prioridad; demostrar una actitud comprensiva es otra; la paciencia,
una tercera. Estas prioridades suponen un gran reto para un progenitor estresado,
caótico, que no se autorregula (y que puede que ni siquiera sepa lo que es la
autorregulación). El berrinche de un niño puede perfectamente desencadenar otro
tipo de rabieta (impaciencia, enfado, gritos, zarandeos, azotes) en el adulto
que todavía no ha aprendido a autorregularse, mientras que el adulto que sí ha
aprendido sabrá esperar a que se arregle la situación, escuchar al niño y después
hablar con calma. El adulto autorregulado también sabrá modelar la validación
del niño, reconociendo su preocupación: Sé
que tienes muchas ganas de comerte la galleta ahora mismo, pero es casi la hora
de cenar y sé que es difícil esperar hasta el postre. ¿Me ayudas a mezclar la
ensalada con esos cucharones de madera?
Como bien dice el Dr. Gabor Maté, los bebés y los niños
pequeños necesitan que los adultos les ayuden a regular sus circuitos
emocionales. Si esto no sucede, o sea, si el adulto no es capaz de hacerlo
porque no es (todavía) una persona autorregulada, el niño no aprenderá a
autorregularse y, salvo que lo adquiera más adelante a través de otra persona o
por su cuenta, puede que se convierta él en otro progenitor más que no hace
corregulación con sus hijos. Por su parte, el doctor Dan Siegel, que acuñó el
término "neurobiología interpersonal", que es intrínsecamente
relacionado con la corregulación, afirma que, dado que la mente se define como
un proceso relacional que regula el flujo de energía, el cerebro está constantemente
rehaciendo sus conexiones internas.
Recordemos la neuroplasticidad y el entusiasmo que suscitó hace solo unas
décadas, cuando se descubrió que el cerebro continúa creciendo y cambiando durante
toda la vida. Somos quienes somos gracias a nuestras relaciones.
Avancemos de nuevo para encontrar a un adolescente que está muy
descontento con el toque de queda que le han impuesto sus padres para las
noches de fin de semana, porque considera que es demasiado temprano, sobre todo
teniendo en cuenta la libertad mucho mayor que tienen sus iguales. Necesita que
se le responda con empatía y receptividad, no con reglas arbitrarias. Puede que
necesite tiempo y espacio para calmarse. El progenitor puede aprovechar esta
oportunidad para modelar la autorregulación (por ejemplo, ante el enfado, el
daño o la rudeza del adolescente hacia el adulto) y, por supuesto,
modelar/enseñar los límites con sus consecuencias lógicas en caso de
comportamiento negativo. La corregulación abre el camino hacia aprender límites
sanos, los cuales, a su vez, son protagonistas en el amor hacia uno mismo. Al
mismo tiempo, las rutinas y expectativas consistentes y predecibles conducen a
una sensación de seguridad, porque se han establecido objetivos claros.
Veamos ahora una relación amorosa, marital o de otro tipo.
Ha surgido una discusión, pudiendo ocurrir varias cosas:
- Si ninguna de las dos partes ha aprendido a autorregularse (comprendiendo que “aprender” implica haber tomado en consideración el valor de la autorregulación y después practicarlo conscientemente a diario), es evidente que aquí hay un problema primordial que va a dar pie a un aumento de tensión y a la reactividad.
- Si, en cambio, una de las partes ha mantenido la calma (aunque todavía no haya aprendido a autorregularse) con su comportamiento, sus palabras y sus acciones, entonces puede que sea capaz de ayudar al otro a reducir la tensión. En pequeña medida, esto puede abrir el camino a una futura corregulación, sobre todo si una de las partes, o ambas, piensa conscientemente en lo que ocurrió en ese incidente.
- Cuando tenemos una relación en la que una de las partes se autorregula activamente, entonces al darse la discusión, está en posición de poder ayudar al otro manteniendo la calma, hablando en un tono de voz normal, modelando reacciones moderadas, mostrando empatía, comprensión y compasión, y no juzgando ni criticando. Esto sirve de ayuda en el proceso de corregulación. Así, puede que la parte que se autorregula tenga que decir que va a tomarse un tiempo muerto hasta que el otro se calme, pero asegurándole que el tema conflictivo no se está evitando, sino que seguirá siendo objeto de discusión –de discusión calmada– más tarde ese mismo día o al día siguiente. Tomarse un tiempo muerto no consiste en negarse a interactuar con el otro, sino en desear hacerlo en circunstancias más calmadas. Esto no solo modela el comportamiento que la otra parte puede desear emular en otro momento, sino que también muestra que el amor hacia uno mismo es parte de la razón por la que la parte que se autorregula permanece calmada. Ten en cuenta, eso sí, que esto no implica en modo alguno que la parte calmada tenga razón, o sea mejor, ni nada parecido. Simplemente significa que ha aprendido (o está en el proceso de aprender) a autorregularse. Y esto ayuda a ambas partes a corregularse.
- Si ambas partes están en el proceso de aprender a autorregularse o, de hecho, ya se han convertido en personas autorreguladas, entonces se aplica todo lo anterior, normalmente en menor medida debido al proceso de aprendizaje, y normalmente conducirá a la corregulación más rápidamente.
Queda claro, pues, que la corregulación y la autorregulación
están estrechamente relacionadas. Si nuestros padres (u otros cuidadores) no
nos corregularon cuando éramos bebés o niños pequeños, y adolescentes, llevándonos
a nuestra futura autorregulación dando pasos pequeños pero constantes durante
esos primeros años de nuestras vidas, entonces no sabremos cómo autorregularnos
de manera sana. Puede que hayamos aprendido mecanismos de adaptación, como
tener límites malsanos, para “mantener la paz” en nuestras relaciones, pero la
autorregulación sana aún no formará parte de nuestro repertorio. Por lo tanto, habrá
que aprenderla, suponiendo que seamos conscientes de ella y de su valor.
Estas conferencia mias, ofrecidas en distintos lugares de España
del 2017 al 2019 se pueden ver en mi propio canal de Youtube
haciendo clic en este enlace o en cualquiera de los que vienen más abajo
Vampiros energéticos: Su efecto destructivo en tu vida
*******************************
Soluciones para personas emocionalmente inaccesibles
y con dependencia emocional
****************************
Narcisismo y Psicopatía: Vivir sin Empatía
****************************
La relación espiritual y el sexo en pareja
****************************
Elige hábitos que te permitan llevar una vida de bienestar
****************************
Morir: Un enfoque espiritual
****************************
Amor sano o disfuncional: ¿Cuál es la diferencia?
(ha habido problemas técnicos con el sonido de esta conferencia,
y de momento no he puesto el enlace)
Libro por Gabriella Kortsch en español
Échale un vistazo también al portal de mis libros: www.gabriellakortsch.com donde podrás bajar extractos y citas de mis libros en español, inglés y alemán). Mi último libro Emotional Unavailability & Neediness: Two Sides of the Same Coin ya está a la venta en todo el mundo en Amazon en formato de bolsillo y E-libro para Kindle. También se puede adquirir (igual que los demás libros míos) en Barnes & Noble.
Mis articulos de blog también se encuentran en Facebook, Twitter, LinkedIn, Google+ y Pinterest.
Además te puedes conectar conmigo en Instagram.
My blogs in English: Rewiring the Soul &The Tao of Spiritual Partnership
Mein Blog auf Deutsch: Deine Seele und Du
VIDEO COURSES IN ENGLISH
See the preview (click the title below) to my online video course:
Fatherless Women & Motherless Men
***************
See the preview (click on the title below) to my online video course:
Freedom From the Torture of Your Thoughts
**************************************************
See the preview (click on the title below) to my online video course