¿Quién no ha oído hablar de las estadísticas en
continuo ascenso sobre matrimonios echados a perder? Parece que cada vez duran
menos, y las familias parecen estar destinadas a sufrir el trauma y el dolor de
las rupturas y los divorcios. Obviamente, nos preocupa el efecto que esto tiene
en nuestros hijos, pero sin duda la pareja también soporta muchas consecuencias
dolorosas. A medida que vemos cómo crecen las cifras y observamos a nuestros
amigos y familia atravesar el proceso de dividirse en dos, se hace oír cada vez
más la pregunta de si se puede hacer algo al respecto.
Historia, religión, sexo y dinero
Históricamente, y en particular en los años 60, según
avanzaba gradualmente la sociedad desde una posición patriarcal a una que
podríamos llamar ligeramente más igualitaria, las cifras de divorcio comenzaron
a crecer a medida que cada vez más mujeres se veían capaces de obtener una formación
y tener una profesión, o incluso simplemente «trabajos» fuera del hogar.
Junto con el patriarcado, la religión organizada
también sufrió un golpe, particularmente en el mundo occidental, cuando un
número de personas cada vez mayor comenzó a rechazar las normas que les habían
mantenido seguras dentro de los confines del sagrado matrimonio.
Además, a medida que el movimiento de las mujeres tomaba
impulso biológicamente y, por tanto, sexualmente, las mujeres se liberaron de
tener que permanecer con un solo hombre con la llegada de la píldora durante
aproximadamente el mismo marco temporal. La doble moral empezó a perder poder
y, con ello, las mujeres emprendieron una carrera con el propósito de demostrar
al mundo que podrían vivir igual de libres que los hombres.
Entre mediados y finales de la década de los 70, las
mujeres también comenzaron lentamente a cobrar sueldos que hacían que para
ellas fuera factible cuidar de sí mismas y de sus hijos si fuera necesario, sin
requerir necesariamente la ayuda de un hombre. (Antes de que te pongas a enviar
correos de indignación, ten en cuenta, por favor, que con esto solamente estoy
esbozando los contornos de un cuadro. Está claro que muchas mujeres todavía no
están en semejante posición porque los sueldos todavía no están equilibrados en
la balanza situada entre los sexos, pero a los efectos de este artículo,
digamos que para algunas mujeres ha llegado a ser posible).
Medios de comunicación
Los medios de
comunicación también tuvieron su parte en los años 70 y 80, presentando series
como «Sexo en Nueva York» en vez de las comedias realistas populares de los
años 50. En el cine, «Kramer contra Kramer», una película apartada de los
viejos estándares de «Alta Sociedad (High Society)», hizo que se nos saltaran
las lágrimas. Las revistas ilustradas como Cosmopolitan daban consejos a las
jóvenes sobre cómo tener orgasmos con ligues de una noche en vez de enseñarles
cómo organizar una recepción de boda, y se publicaban por docenas libros cuyo tema
central era el de la mujer libre de las restricciones de una sociedad dominada
por los hombres. Más tarde, en la película «Cuando un hombre ama a una mujer»,
Meg Ryan y Andy García nos hicieron ver la codependencia, y la posterior cinta
«Cegados por el deseo» (Closer), con Julia Roberts y Nathalie Portman, nos hizo
mirar más detenidamente a los triángulos amorosos.
Por último, los
medios nos hicieron ver a gran escala que entre las personas prominentes, ya
fueran políticos o famosos del mundo del cine, las artes y las altas finanzas,
las mujeres podían casarse y volver a casarse, o no casarse en absoluto, y
tener hijos por ellas mismas con uno o varios hombres, o incluso adoptarlos sin
la ventaja del matrimonio.
Matrimonio viejo, matrimonio nuevo
En dos palabras:
está claro que la vieja idea del matrimonio ya no funciona, principalmente
porque ya no encaja en la manera en que ha cambiado y evolucionado el mundo;
pero no han salido nuevas ideas para el matrimonio, por lo menos ninguna que
muestre signos reales de funcionar.
Gary Zukav (El asiento
del alma), defensor de la psicología espiritual, sugiere que
una de las principales razones por las que las relaciones, uniones y
matrimonios ya no funcionan es que aunque intentemos poner en ellos nuestras
ideas recién halladas, con la esperanza de que con ellas funcionen una vez más
las relaciones, en cuanto volvemos a casarnos recaemos en nuestros viejos
patrones patriarcales de una manera casi debilitadora, como si estos patrones
fueran inherentes a la propia institución del matrimonio. ¿Cuántas parejas no
han expresado el sentimiento de que su relación iba bien mientras vivían juntos
y que solo empezó a ir cuesta abajo cuando decidieron casarse?
Zukav no está
recomendado burlonamente que no nos casemos y esperemos que solo por vivir
juntos todo irá bien. Nada de eso. Sin embargo, está sugiriendo que la vieja
institución del matrimonio está revestido con patrones muy profundos, y que
para quitarlos y poner otros en su lugar tenemos que considerar los mismísimos
cimientos de lo que creemos que es un matrimonio.
Unión con el propósito de crecer
La unión con el
propósito de la procreación y la supervivencia, en la que las dos partes no se
ven necesariamente a sí mismas como iguales, es
una manera de describir el viejo patrón. La unión con el fin de recibir amor y
ser felices es otra manera de describir el viejo patrón. El gran mitólogo Joseph Campbell (An Open
Life) dijo que
la gente piensa que las relaciones consisten en la felicidad. Pero no es así.
Consisten en la transformación: «Es a través de la relación como tiene lugar el
desarrollo de cada uno» (El héroe de
las mil caras).
Gary Zukav sugiere que el nuevo patrón
sea una relación entre iguales con el crecimiento
espiritual como propósito. Lo que esto significa realmente es que empiezas a darte cuenta de
que lo importante para el bienestar de la relación es exactamente lo mismo que
se necesita para tu propio crecimiento espiritual. Cada parte posee las piezas
que le faltan a la otra. Si estás enfadado, desconfiado o celoso, por ejemplo,
entonces estos sentimientos provocan algo en tu pareja que tiene que ser
sanado, y eso es precisamente lo que se está reflejando en ti. Así pues,
empiezas a ver la importancia de la interacción de tu pareja contigo para tu
desarrollo (y viceversa).
El crecimiento espiritual no significa
ir a la iglesia o rezar (aunque desde luego puedes hacerlo si así lo deseas),
ni significa que la importancia de la unión y el contacto físico se minimice;
más bien al contrario: la engrandece. (Consulta mi artículo Energía Sexual: No Entenderla
Puede Ser Peligroso). Sin embargo, el crecimiento espiritual sí significa que la idea de
que ambas partes están en la relación para crecer (y amar, confiar, disfrutar,
etc., pero siempre mirando hacia el crecimiento) se convierte en el denominador
común de la relación.
Eckhart Tolle (El poder del
ahora) lo
presenta en términos ligeramente distintos. Dice que cuando la relación no
funciona, se está sacando a la luz lo que en cada una de las partes de la
pareja aun no había llegado a ser consciente. En esencia, Tolle quiere decir que
siendo plenamente consciente de lo que ocurre cuando hay dificultades, la
relación se convierte en tu práctica «espiritual», y a través de tu
conocimiento empiezas a reaccionar de forma diferente (es decir,
conscientemente), y ahí es donde reside el crecimiento.
Del conflicto a la transformación
Nick Duffel
y Helena Lovendal (Sex, Love and the Dangers of
Intimacy) y Eva Pierrakos (The Pathwork of
Self-Transformation) sugieren cosas similares. Se refieren al
concepto algo esotérico de la relación como educadora o camino espiritual que
al final conduce a un proceso de transformación para ambas personas. Ello
aporta a la relación un propósito que difiere inmensamente del modelo patriarcal o del de la religión organizada. Duffel y Lovendal creen que
una relación se deshace (con conflicto) con un propósito muy específico, para
que desarrolle una fuerte carga para volver a estar unida otra vez alquímicamente
hablando, a nivel físico, psicológico y en todos los niveles, a medida que
crece la relación.
¿Se puede hacer
esto en un día? Desde luego que no. Primero tienes que estar dispuesto incluso
a mirar a la relación como algo más que una manera de tener a otra persona para
que tú seas feliz (consulta mi artículo Relaciones Comprometidas).
Luego, tendrías que mantener una conversación con tu pareja para ver qué le parecen
algunas de las ideas expresadas aquí. Después puedes ponerte a trabajar.
Podrías comenzar por leer algunos de los libros mencionados u otros similares,
asistir a talleres, ver a un terapeuta, aprender a hacerte consciente y
aprender que siempre tienes elección (consulta mi artículo Eligiendo Alternativas:
Haciéndonos Responsables por Nuestras Vidas).
¿Qué pasa
si eres joven, nunca has estado casado y no te gusta lo que has visto por ahí?
Tus padres, los amigos de tus padres… Ves a muchas personas infelizmente
casadas o divorciadas. A lo mejor las ideas expresadas aquí te aportan nuevas
percepciones. El matrimonio no es solo para ser feliz, tener una casa, 1,85
hijos y vivir juntos y felices para siempre. Existe un propósito con un alcance
mucho mayor. Los clientes que acuden a mi consulta y me cuentan que no están en
una relación pero están considerándolo porque han conocido a alguien, no reciben
sino ánimos por mi parte. ¿Por qué? Porque estar en una relación es la segunda
forma más rápida de crecer; estar en una relación comprometida, la más rápida.
Vida
interior en flujo constante
Si estás en un matrimonio que va dando
tumbos, tal vez quieras considerar las ideas señaladas en este artículo. No
olvides que tu vida interior fluye constantemente, incluida tu manera de pensar
en las relaciones. Las personas no maduran una vez para quedarse así el resto
de sus vidas. Del mismo modo, no se casan o entran en una relación comprometida
para mantener el matrimonio o la relación exactamente como lo era el día de la
boda o compromiso. Por lo tanto, no hay razón por la que no puedas cambiar tus
ideas sobre las uniones y mirar en otras direcciones dentro de los parámetros
de tu relación actual con tu pareja. Imagina que te haces con unas gafas o
lentillas más potentes. Imagina cómo te ayudan a ver el mundo con mayor
precisión y claridad. Pues también puedes hacerte con otra perspectiva del
propósito real de tu matrimonio considerando el contenido de este artículo. La
profunda satisfacción intrínseca y felicidad derivadas del crecimiento
psicológico, emocional y espiritual no tiene parangón.
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