Parece que nunca faltan artículos que nos hablen de las relaciones tóxicas, los lazos traumáticos o simplemente el comportamiento disfuncional en nuestra interacción con los demás. ¿Por qué nos enganchan y hechizan estas situaciones con tan aparente facilidad, y por qué parecen ocurrir con tanta frecuencia en la mayoría de la demografía? Jóvenes, ancianos, ricos, pobres, con más y menos estudios, gente del mundo de los negocios, gente espiritual, amas y amos de casa, y trabajadores por turnos. Las personas de todos estos y otros grupos, y de la mayoría de las sociedades globales pueden caer en el lodazal del subidón de adrenalina que produce el drama de las relaciones. Obviamente, lo que define a un grupo concreto no necesariamente te “salva” de caer en ese barrizal psico-emocional.
¿Qué es lo que nos lleva
allí? ¿Qué nos mantiene allí? ¿Por qué volvemos a por más?
Carl Gustav Jung hablaba
de la «sabiduría infinita de la psique», que hace que nos sintamos atraídos hacia
aquellas personas que, una vez terminada la fase de “luna de miel” inicial, son
precisamente las personas que podrían
hacernos aprender, evolucionar y transformarnos. ¿Por qué? Porque las personas
que nos atraen de esa manera llevan algo dentro de su psique que hace eco con
algo en la nuestra y que conecta con aspectos aún no resueltos de nosotros
mismos, así como con aspectos similares en ellas. Por lo tanto, cuando termina
esa fase inicial de luna de miel y comienza a surgir en la relación cierto grado
de frustración, discordia, etc., tenemos la oportunidad —si nos apegamos a la
relación por el momento— de resolver ese asunto aún no resuelto a través de
nuestra interacción con el otro.
Suena bien, ¿no? El
primer problema, sin embargo, es que la mayoría no tenemos la ventaja de
disponer de la información presentada en el párrafo anterior. Sin esa
información, lo más probable es que aunque inicialmente le demos una
oportunidad a la relación, si las cosas van de mal en peor, tiramos la toalla y
entonces nos descuidamos de aprovechar esta maravillosa oportunidad que nos brinda
una relación para nuestra evolución potencial. Como tantas veces, el conocimiento es poder, pero sin ese
conocimiento puede que simplemente nos demos por vencidos y acabemos en otra
relación bastante parecida. La segunda cuestión es que, sin duda, no somos —en
general— lo suficientemente conscientes de nosotros mismos como para ser
capaces de continuar en una relación tan tirante, incluso si tuviéramos la
ventaja de tener esta información. En otras palabras, nuestras reacciones
instintivas cuando nos sacan de quicio empeorarían aún más las cosas, porque
seríamos incapaces de tomar distancia y observar lo que estaba sucediendo, e
incluso de preguntarnos «¿esto podría tener algo que ver conmigo?» No desde el
punto de vista de culparnos, sino desde el punto de vista de «¿qué puedo
aprender de mí mismo con esto, para que este tipo de cosas ya no tengan el
poder de fastidiarme?»
Existen problemas
específicos en las relaciones de pareja que pueden producir adrenalina en una o
en ambas partes. Está el drama emocional, el drama sexual y el drama
psicológico - y son precisamente estos tipos de drama los que producen la
adrenalina en una o las dos partes. Son los distintos tipos de drama también los
que provocan —incluso cuando la relación está plagada de problemas difíciles— que
una o ambas partes continúen saliendo a la búsqueda de la otra, a pesar de haber
puesto ya —quizás más de una vez— fin a las cosas.
La pregunta que intenta
aclarar este artículo es: «¿Por qué algunos nos sentimos atraídos por el subidón
de adrenalina del drama de las relaciones?» Parte de la respuesta está en la “sabiduría
infinita de la psique” a la que se refería Jung. En efecto, algo en el yo
reconoce a nivel subliminal que esta
relación que puede parecer bastante disfuncional alberga la semilla de la
resolución de un problema que permanece sin resolver en la psique. Y aunque puede
que no seas consciente de ello en absoluto, te sientes forzado a salir a la
búsqueda de esa persona otra vez. Y otra vez. Y otra vez más.
Sin duda, en este punto
puedo oír ya a algunos de mis lectores insistir en que esa persona necesita que
le digan que se mantenga alejada de su pareja tóxica de una vez por todas, por
su propio bien. Y por supuesto, estoy totalmente de acuerdo, salvo por una cosa:
si te mantienes alejado forzándote a hacerlo y sintiendo todavía el subidón que
te arrastra a la otra persona, es posible que a la larga no lo consigas. O
puede que estés empezando una perpetuación de este patrón concreto de relación
con otras parejas. Sin embargo, si regresas una o dos veces y trabajas en
hacerte más consciente cada vez que lo hagas con respecto al hecho de que te
sientes atraído por ese subidón de adrenalina por una razón que va más allá de la
química o las emociones —y que probablemente guarda relación con tu infancia—,
entonces estás potencialmente en el comienzo de la resolución del problema y
pronto podrás alejarte del drama sin tener que forzarte a hacerlo.
Imagínate, por ejemplo,
que tu problema de la infancia tiene que ver con límites malsanos. De alguna
manera, aprendiste a dejar que otros te pisotearan para mantener la paz. Por lo
tanto, al enfrentarte a una pareja que vulnera tus límites, puede que sientas este
subidón de adrenalina y este drama incluso
antes de que hayan traspasado tus límites, debido a esta “sabiduría
infinita de la psique” que he mencionado antes. La psique se da cuenta de que
esta persona en particular te va a exponer a situaciones que pueden ayudarte a
resolver tu problema a través de tu interacción con esa pareja específica.
Entonces, cuando tu pareja comienza a traspasar tus límites, tratas de evitar
pensar en ello, porque lo único que notas es el subidón de adrenalina en medio
del drama. Con el tiempo puede que te vayas… para luego volver, y el ciclo vuelve
a empezar.
En este punto, tener
conocimiento es crucial. Conocimiento de lo que significa todo esto; de la conexión
que tiene con tus propios problemas; y de lo que puedes hacer al respecto
siendo cada vez más consciente. Observando no solo al otro, sino también a ti
mismo interactuando con el otro. Haz caso a tu cuerpo reaccionando al comportamiento
disfuncional del otro (por ejemplo, cuando traspasa tus límites ¿notas una
tensión en el plexo solar, o en el intestino, en el corazón?). Con la observación
de todos estos factores, te ves empezando a decirte o pensando: «así no es como
deseo que me traten» o «este no es el tipo de relación que quiero».
De esta manera, te llevas
poco a poco al punto en el que eres capaz de alejarte, porque has puesto el cuidar de ti mismo en un pedestal más
alto que el subidón de adrenalina que te atrae al espejismo de una relación que
realmente no existe como tu mente la ha imaginado, y que en realidad nunca fue como
tú creías que era. Al lograr ser más consciente, te das cuenta de que este tipo
de subidón de adrenalina, basado en un drama que está conectado a tus propios asuntos
no resueltos, simplemente ya no te atrae. Ahora, esa “sabiduría infinita de la
psique” a la que me he referido tantas veces en este artículo te avisa, cuando conoces
a gente nueva en tu vida, de aquellas personas que todavía moran a ese nivel. Y
entonces, te alejas.
Parece que nunca faltan
artículos que nos hablen de las relaciones tóxicas, los lazos traumáticos o
simplemente el comportamiento disfuncional en nuestra interacción con los
demás. ¿Por qué nos enganchan y hechizan estas situaciones con tan aparente
facilidad, y por qué parecen ocurrir con tanta frecuencia en la mayoría de la
demografía? Jóvenes, ancianos, ricos, pobres, con más y menos estudios, gente
del mundo de los negocios, gente espiritual, amas y amos de casa, y
trabajadores por turnos. Las personas de todos estos y otros grupos, y de la
mayoría de las sociedades globales pueden caer en el lodazal del subidón de
adrenalina que produce el drama de las relaciones. Obviamente, lo que define a
un grupo concreto no necesariamente te “salva” de caer en ese barrizal psico-emocional.
¿Qué es lo que nos lleva
allí? ¿Qué nos mantiene allí? ¿Por qué volvemos a por más?
Carl Gustav Jung hablaba
de la «sabiduría infinita de la psique», que hace que nos sintamos atraídos hacia
aquellas personas que, una vez terminada la fase de “luna de miel” inicial, son
precisamente las personas que podrían
hacernos aprender, evolucionar y transformarnos. ¿Por qué? Porque las personas
que nos atraen de esa manera llevan algo dentro de su psique que hace eco con
algo en la nuestra y que conecta con aspectos aún no resueltos de nosotros
mismos, así como con aspectos similares en ellas. Por lo tanto, cuando termina
esa fase inicial de luna de miel y comienza a surgir en la relación cierto grado
de frustración, discordia, etc., tenemos la oportunidad —si nos apegamos a la
relación por el momento— de resolver ese asunto aún no resuelto a través de
nuestra interacción con el otro.
Suena bien, ¿no? El
primer problema, sin embargo, es que la mayoría no tenemos la ventaja de
disponer de la información presentada en el párrafo anterior. Sin esa
información, lo más probable es que aunque inicialmente le demos una
oportunidad a la relación, si las cosas van de mal en peor, tiramos la toalla y
entonces nos descuidamos de aprovechar esta maravillosa oportunidad que nos brinda
una relación para nuestra evolución potencial. Como tantas veces, el conocimiento es poder, pero sin ese
conocimiento puede que simplemente nos demos por vencidos y acabemos en otra
relación bastante parecida. La segunda cuestión es que, sin duda, no somos —en
general— lo suficientemente conscientes de nosotros mismos como para ser
capaces de continuar en una relación tan tirante, incluso si tuviéramos la
ventaja de tener esta información. En otras palabras, nuestras reacciones
instintivas cuando nos sacan de quicio empeorarían aún más las cosas, porque
seríamos incapaces de tomar distancia y observar lo que estaba sucediendo, e
incluso de preguntarnos «¿esto podría tener algo que ver conmigo?» No desde el
punto de vista de culparnos, sino desde el punto de vista de «¿qué puedo
aprender de mí mismo con esto, para que este tipo de cosas ya no tengan el
poder de fastidiarme?»
Existen problemas
específicos en las relaciones de pareja que pueden producir adrenalina en una o
en ambas partes. Está el drama emocional, el drama sexual y el drama
psicológico - y son precisamente estos tipos de drama los que producen la
adrenalina en una o las dos partes. Son los distintos tipos de drama también los
que provocan —incluso cuando la relación está plagada de problemas difíciles— que
una o ambas partes continúen saliendo a la búsqueda de la otra, a pesar de haber
puesto ya —quizás más de una vez— fin a las cosas.
La pregunta que intenta
aclarar este artículo es: «¿Por qué algunos nos sentimos atraídos por el subidón
de adrenalina del drama de las relaciones?» Parte de la respuesta está en la “sabiduría
infinita de la psique” a la que se refería Jung. En efecto, algo en el yo
reconoce a nivel subliminal que esta
relación que puede parecer bastante disfuncional alberga la semilla de la
resolución de un problema que permanece sin resolver en la psique. Y aunque puede
que no seas consciente de ello en absoluto, te sientes forzado a salir a la
búsqueda de esa persona otra vez. Y otra vez. Y otra vez más.
Sin duda, en este punto
puedo oír ya a algunos de mis lectores insistir en que esa persona necesita que
le digan que se mantenga alejada de su pareja tóxica de una vez por todas, por
su propio bien. Y por supuesto, estoy totalmente de acuerdo, salvo por una cosa:
si te mantienes alejado forzándote a hacerlo y sintiendo todavía el subidón que
te arrastra a la otra persona, es posible que a la larga no lo consigas. O
puede que estés empezando una perpetuación de este patrón concreto de relación
con otras parejas. Sin embargo, si regresas una o dos veces y trabajas en
hacerte más consciente cada vez que lo hagas con respecto al hecho de que te
sientes atraído por ese subidón de adrenalina por una razón que va más allá de la
química o las emociones —y que probablemente guarda relación con tu infancia—,
entonces estás potencialmente en el comienzo de la resolución del problema y
pronto podrás alejarte del drama sin tener que forzarte a hacerlo.
Imagínate, por ejemplo,
que tu problema de la infancia tiene que ver con límites malsanos. De alguna
manera, aprendiste a dejar que otros te pisotearan para mantener la paz. Por lo
tanto, al enfrentarte a una pareja que vulnera tus límites, puede que sientas este
subidón de adrenalina y este drama incluso
antes de que hayan traspasado tus límites, debido a esta “sabiduría
infinita de la psique” que he mencionado antes. La psique se da cuenta de que
esta persona en particular te va a exponer a situaciones que pueden ayudarte a
resolver tu problema a través de tu interacción con esa pareja específica.
Entonces, cuando tu pareja comienza a traspasar tus límites, tratas de evitar
pensar en ello, porque lo único que notas es el subidón de adrenalina en medio
del drama. Con el tiempo puede que te vayas… para luego volver, y el ciclo vuelve
a empezar.
En este punto, tener
conocimiento es crucial. Conocimiento de lo que significa todo esto; de la conexión
que tiene con tus propios problemas; y de lo que puedes hacer al respecto
siendo cada vez más consciente. Observando no solo al otro, sino también a ti
mismo interactuando con el otro. Haz caso a tu cuerpo reaccionando al comportamiento
disfuncional del otro (por ejemplo, cuando traspasa tus límites ¿notas una
tensión en el plexo solar, o en el intestino, en el corazón?). Con la observación
de todos estos factores, te ves empezando a decirte o pensando: «así no es como
deseo que me traten» o «este no es el tipo de relación que quiero».
De esta manera, te llevas
poco a poco al punto en el que eres capaz de alejarte, porque has puesto el cuidar de ti mismo en un pedestal más
alto que el subidón de adrenalina que te atrae al espejismo de una relación que
realmente no existe como tu mente la ha imaginado, y que en realidad nunca fue como
tú creías que era. Al lograr ser más consciente, te das cuenta de que este tipo
de subidón de adrenalina, basado en un drama que está conectado a tus propios asuntos
no resueltos, simplemente ya no te atrae. Ahora, esa “sabiduría infinita de la
psique” a la que me he referido tantas veces en este artículo te avisa, cuando conoces
a gente nueva en tu vida, de aquellas personas que todavía moran a ese nivel. Y
entonces, te alejas.
Estas conferencia mias, ofrecidas en distintos lugares de España
del 2017 al 2019 se pueden ver en mi propio canal de Youtube
haciendo clic en este enlace o en cualquiera de los que vienen más abajo
Vampiros energéticos: Su efecto destructivo en tu vida
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Soluciones para personas emocionalmente inaccesibles
y con dependencia emocional
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Narcisismo y Psicopatía: Vivir sin Empatía
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La relación espiritual y el sexo en pareja
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Elige hábitos que te permitan llevar una vida de bienestar
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Morir: Un enfoque espiritual
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Amor sano o disfuncional: ¿Cuál es la diferencia?
(ha habido problemas técnicos con el sonido de esta conferencia,
y de momento no he puesto el enlace)
Libro por Gabriella Kortsch en español
Échale un vistazo también al portal de mis libros: www.gabriellakortsch.com donde podrás bajar extractos y citas de mis libros en español, inglés y alemán). Mi último libro Emotional Unavailability & Neediness: Two Sides of the Same Coin ya está a la venta en todo el mundo en Amazon en formato de bolsillo y E-libro para Kindle. También se puede adquirir (igual que los demás libros míos) en Barnes & Noble.
Mis articulos de blog también se encuentran en Facebook, Twitter, LinkedIn, Google+ y Pinterest.
Además te puedes conectar conmigo en Instagram.
My blogs in English: Rewiring the Soul &The Tao of Spiritual Partnership
Mein Blog auf Deutsch: Deine Seele und Du
VIDEO COURSES IN ENGLISH
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Fatherless Women & Motherless Men
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Freedom From the Torture of Your Thoughts
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