Tuesday, September 20, 2016

¿Estás alineado con la persona que realmente eres?


Ante todo veamos el concepto de alineación. Básicamente se refiere al posicionamiento, a estar en línea con otra cosa. Nos alinean las ruedas del coche. Alineamos un texto en un documento que redactamos de tal modo que los márgenes se vean rectos e uniformes. Wikipedia nos indica que la alineación es el ajuste de un objeto en relación con otros objetos.

¿Cómo podemos aplicar esto a nosotros, como seres humanos?

Resultados mejores

Para contestar a la pregunta podríamos echar un vistazo al efecto de alinear cualquiera de los ejemplos mencionados. Ruedas alineadas corren al unísono. Debido a su alineación, el coche funciona más eficientemente. En un documento que esté alineado, el texto se ve más pulido y organizado, más profesional. Un objeto que ha sido ajustado en relación a otros objetos generalmente funciona más llanamente, y podemos contar con mejores resultados.

Cuando nos observamos a nosotros mismos, se ve algo similar…obtenemos mejores resultados, trabajamos mejor, las cosas funcionan con mayor eficacia. Podríamos decir que estando alineado se parece a conseguir que los componentes de un regimiento de soldados estén todos en fila…y así es cuando tu aspecto interno y externo están alineados.

¿Cómo saber cuándo no estamos alineados?

Cuando estás inquieto, te sientes incómodo, sin calma, no en paz: agitado, confuso, ante objetivos dispuestos, nervioso, etc., puedes estar seguro del hecho de que no estás alineado con quien realmente eres. ¿Puedes imaginarte alinear una nuez con un plátano? Sencillamente no funciona, ¿verdad? Uno es más o menos redondo, duro, y de color marrón. El otro es alongado, curvado, suave y amarillo. Se alinean en el sentido de que a ambos hace falta quitarles la piel exterior para que se puedan comer, pero aparte de ese detalle, hay poca alineación entre los dos.

Y así te sucede a ti cuando te estás alineando a alguna manera de vivir, o a algún tipo de vida, o a algún propósito que no tiene nada que ver con lo que realmente eres en el fondo de tu ser. La sensación de estar inquieto, incómodo, agitado, etc., te está demostrando tan claramente como si hubiera una señal de tráfico en la calle: este no es el camino por el que avanzar.

¿Hacia dónde nos lleva esto realmente?

Si realmente quisiéramos desenredar el hilo del cual cuelga todo este tema, de hecho tendríamos que observar no solamente quienes somos en el sentido de carne y hueso, utilizando todas aquellas etiquetas que nos ayudan a entender la identidad de alguien desde un punto de vista global y mundano, sino también nos haría falta mirar mucho más allá de aquello. Me encantaba la expresión que usaba Gary Zukav –ahora bien conocida– pero cuando la leí por primera vez en mayo de 1989 al descubrir su libro El Asiento del Alma (The Seat of the Soul) en una librería medio escondida en un rincón inolvidable de Ginebra, durante un viaje de trabajo, realmente nadie usaba el término de multi-dimensionalidad con el cual Zukav rocía espléndidamente dicho libro. Todos somos multi-dimensionales.

Una parte de ello significa formar parte de este mundo. Pero somos mucho más y es allí donde a menudo nos falta la alineación, por así decirlo, porque sencillamente no escuchamos a nuestra voz interior, nuestro sistema interior GPS, llámalo intuición (incluso Antonio Damasio, el renombrado neurocientífico –conocido por su En Busca de Spinoza: Neurobiología de la Emoción y de los Sentimientos–, lo llama intuición, así como investigadores en el Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano en Berlín, desde donde salió recientemente un libro por Gerd Gigerenzer sobre el tema llamado Gut Feelings: The Intelligence of the Unconscious), llámalo como quieras, pero es esa parte dentro de nosotros que sabe muy bien cuál es el mejor camino para nosotros a diario para que lleguemos al lugar hacia el cual llevamos apuntando desde el principio. Aquella maravillosa serie de libros, también aparecida en los años 80, de Jane Roberts sobre Seth hablando de la eterna validez del alma, lleva el tema incluso un paso más allá.

Sé que los últimos párrafos están muy cargados. No voy a darles más peso aun siguiendo ad nauseam, pero considera lo siguiente: ¿cómo sabes que sólo eres el tú que ves en el espejo y que sólo eres lo que sientes cuando te tocas, y cuando tienes una emoción no tan buena cuando estás triste o enfadado? Aquello es tu personalidad y tu ego. Pero hay muchísimo más en eso que tú eres.

Y es eso lo que no está alineado cuando no le haces caso. (Ve también mi artículo Cuidando tu jardín interior). Si todo esto te suena confuso o estrafalario, podrías empezar con la idea del observador o testigo, como a menudo se llama en el yoga y las técnicas de meditación y la práctica de la atención plena (Jon Kabat-Zinn). Eckhart Tolle también habla de ello. El observador es aquella parte de ti que observa lo que estás haciendo; también es la parte que comenta lo que haces –contigo mismo– mientras lo hagas, como por ejemplo: qué idiota eres, ni siquiera consigues que la pelota se vaya por encima de la red. Aquel que observa y critica es una parte, y aquel que jugó al tenis y no consiguió que la pelota pasara por encima de la red, es otra parte. Según vayas explorando ese camino, encontrarás que el observador es capaz de llegar a ser más y más desapegado de la parte que comúnmente llamamos nuestra personalidad o ego. Es allí donde empieza a ser interesante desde un punto de vista de la alineación.

El largo y tortuoso camino…

¿De dónde sale aquella parte de ti que llamas intuición? ¿De una mota de polvo? ¿De un rayo de sol? ¿Del éter, el espacio cósmico?  Y ¿de dónde viene el conocimiento interno que te indica que tú y Margarita o Juan tenéis alguna conexión, si os acabáis de conocer ahora mismo? ¿Viene del pensamiento lógico y empírico? ¿Y por qué piensas en tu primo segundos antes de que te llame? ¿Se debe a una coincidencia? ¿O a la ESP (percepción extrasensorial)? ¿O quizás se debe a un saber más profundo que tienes dentro de ti que viene de una parte de ti que sueles ignorar porque no se considera una prioridad en este mundo de resultados externos y materiales?

Si eso es así, ¿no tendría sentido que necesitaras estar alineado con esa parte? Aquella parte que te proporciona tanta información a la que normalmente no tienes acceso. Aquella parte que de alguna manera parece saber tanto más que la parte tuya que corresponde a tu personalidad o tu ego. Aquella parte que parece estar conectada a un saber interior al que tu personalidad externa o tu ego no tienen acceso. Imagínatelo como un disco duro externo que acabas de descubrir. Siempre ha estado allí, pero nunca antes lo habías percibido. Ahora estás aprendiendo a conectarlo a tu portátil, y ahora estás empezando a reconocer la increíble riqueza de material que ya está almacenada en este disco duro al que sólo ahora estás aprendiendo a tener acceso.

Tu ser eterno, tu intuición, tu saber interno es como aquel disco duro, con la excepción de no ser externo a ti sino estar allí mismo, una parte de ti, y siempre ha sido una parte de ti, a pesar del hecho de que probablemente nunca te habías percatado de él, o a pesar del hecho de que posiblemente hayas negado su existencia cada vez que intentaba comunicarse contigo.

En el fondo, es muy sencillo… de veras

Cuando has estado sentado demasiado tiempo encorvado trabajando con el ordenador o trabajando en una línea de montaje, tu cuerpo grita por poderse estirar, ¿verdad? Y una vez hecho, los músculos rígidos se relajan y te sientes mejor. Te sientes más físicamente alineado. Y estando alineado con quien realmente eres es algo por el estilo.

A diario sigues haciendo cosas que posiblemente no son buenas para ti, y tarde o temprano detectas una rigidez, te das cuenta de que algo no está bien. Es entonces cuando no estás alineado. Y es entonces cuando te conviene considerar algo de lo que dice este artículo. Porque si no te sientes bien en tu piel, puede ser un mensaje de aquella misma parte interna tuya que sabe lo de la conexión con Margarita o Juan, o que piensa en tu primo segundos antes de su llamada. Esa parte interna tuya es tanto parte de ti –si no más, o mucho más– que aquellos músculos que se vuelven rígidos tras demasiado trabajo delante de la pantalla del ordenador.

La diferencia entre esa parte y tus músculos es que no tenemos libros de anatomía que nos hablen de aquella. No tenemos información empírica que nos indique dónde lo podemos ver o estudiar. Todo lo que podemos hacer es fiarnos de lo que sentimos, y cuando nos parece que no estamos alineados, al menos una parte de la razón por la que nos sentimos así es porque aquella parte de nosotros, aquella parte no vista pero muy sentida y percibida de nosotros no está alineada con lo que estamos haciendo, pensando y diciendo en el mundo externo.

He aquí un pensamiento: si estás diciendo esto es absurdo, no creo nada de esto, no tenemos tal parte…si lo tuviéramos, podríamos enseñarlo, probarlo, demostrarlo empíricamente, entonces podrías pensar en tu radio, o en tu televisor, o las ondas cerebrales, o las partículas subatómicas. En efecto, sabemos que hay electricidad, y sabemos que hay frecuencias que nos permiten escuchar la radio o ver la televisión. Los físicos cuánticos nos hablan de partículas subatómicas que cambian solo porque tienen un observador, y los biólogos celulares nos indican que la manera en que pensamos cambia hasta nuestro ADN (ver también Bruce Lipton, The Biology of Belief, and the Wisdom of Our Cells) y creemos en todas esas cosas a pesar de no poder verlas. Lo único que vemos son los resultados. Es lo mismo con esto, nuestro sentido interior de saber e intuir, nuestro observador interior: no lo podemos tocar, pero podemos ver los resultados.

Llegar a estar más alineado

¿Cuál es la mejor prueba de estar alineado? La paz interior. Así de sencillo, y tan maravilloso una vez conseguido.

¿Cómo se puede llegar allí? Empieza por hacerles caso a aquellos sentimientos de desalineación que surgen a través de tu cuerpo, tu mente y tus emociones. Reconoce que tienes todos estos medios maravillosos integrados para ayudarte a entender las cosas. (Ve también mi artículo: El Barómetro Energético: Conseguir que la Conexión Cuerpo-Mente te dé Resultados). No ignores este caudal de información que recibes de ti mismo diciéndote que le falta comprobación empírica, que no es racional o lógica. Reconoce que esto es una parte de ti que es eterna y que está dando información inestimable a la parte de ti que es finita y pasajera.

Todo esto tiene que ver, pues, con la alineación de aquella parte finita con la parte eterna. Eso da paz interior. Y la paz interior es un premio mucho más valioso que cualquiera que pudiese agradar a tu parte finita y más mundana o terrenal. Eso es otro paso hacia la libertad interior, y uno de los más importantes entre los muchos que habrás encontrado en esta serie de artículos que llevo ofreciendo a lo largo de los últimos años.

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