Han
pasado unos dos meses desde que despertamos ante nuestra nueva realidad.
Distanciamiento. Aislamiento. Autocuarentena. Pensamientos de contagio.
Preocupación, ira, miedo, rabia, desesperación y soledad. Impaciencia ante
nuestras circunstancias particulares, sean las que sean. Fobia a estar
encerrados. Máscaras, guantes, gel hidroalcohólico, sustancias desinfectantes y
lejía. Angustia, dolor y desesperanza. Y de vuelta vamos al miedo y la ira.
Nos
conectamos a través de Zoom, Skype, Facetime, Google Hangouts, Whatsapp y muchos
más. Recordamos a gente con la que llevamos años sin hablar. Sentimos calidez
en nuestros corazones hacia esas personas cuyas llamadas tal vez hemos ignorado
justo hace poco por falta de tiempo para hacer –o eso nos dijimos– algo más importante. Y de vuelta van algunos
al miedo y la ira.
La
desigualdad mundial alcanza niveles extremos, las compañías transnacionales,
Silicon Valley, y el mundo de los fondos buitre y fondos de cobertura y el
mundo de la banca de inversión tienen prisioneros a los ciudadanos de nuestro
mundo en sus diminutos espacios llenos de monotonía, sin esperanza alguna de poder
mejorar sus vidas por sí mismos. El materialismo reina en supremacía; la
industria de la moda, los influencers
y las redes sociales mantienen la superficialidad a niveles altísimos, niveles cuasi
divinos; el cambio climático se abre paso incontroladamente por todo el planeta
y su atmósfera, y muy pocos están prestando atención. Pero ahora, creo yo, muchos
se están poniendo en guardia como jamás lo habían hecho antes, y están haciendo
más cosas que limitarse a hablar de boca para afuera al reconocer que es
necesario un cambio profundo y trascendente.
Así es
que, a pesar de todo lo anterior, y a pesar de nuestro distanciamiento, aislamiento
y cuarentena, muchos de nosotros tenemos esperanza. Y para muchos, no solo
esperanza, sino también un sentimiento de reconocimiento. Estamos todos juntos en esto. Toda
la humanidad. Vemos que estamos todos conectados y hemos estado conectados, aunque
hace poco lo podríamos haber negado fácilmente. Esto –la pandemia– es un asunto colectivo. Y todos los otros males que
he enumerado antes también son asuntos colectivos. Y la pandemia ha creado una
pausa. Por lo tanto, muchos están pensando de maneras nuevas. De modo que la
pandemia también es un potencial colectivo.
Innumerables
organizaciones, grupos e individuos están hablando de ello. El potencial radica
en lo que hagamos de esto para poder salir por el otro lado no solo contemplando,
sino habiendo comenzado ya el proceso de poner en marcha cambios necesarios y
urgentes en lo que se refiere al estado de nuestro mundo.
Es
posible que estés leyendo esto con una expresión de burla dibujada en la cara.
¿Cambios?, preguntas. ¿En serio? ¿Y cómo piensas que se van a producir esos
cambios?
No lo
sé. Lo único que sé es que desde que empecé a darme cuenta de que este era un
problema diferente del que casi cualquier persona viva hubiera experimentado
jamás, empecé a preguntarme cuál era el panorama general, en qué iba a
convertirse ese panorama general, y cómo
podíamos entenderlo y darle sentido.
Y
ahora, tras observar durante más de dos meses gran parte de lo que se puede
observar o a lo que tengo acceso, he visto dos cosas, que se repiten una y otra
vez, y que me dan una gran esperanza.
La
primera es logística, y es que esto no va a terminar pronto. Ah, sí, algunas
cosas irán hacia lo que la gente podría llamar “la vieja normalidad” y que sin embargo
no es realmente la vieja normalidad, porque hasta allí no se puede retroceder
del todo. Todos sabemos que hasta que no haya una solución, una vacuna, una
cura, la vieja normalidad simplemente no es posible. Las oficinas, bares,
restaurantes, hoteles, tiendas y centros comerciales llenos de gente, y los eventos
públicos de cualquier tipo que impliquen una reunión de muchas personas,
simplemente no son factibles por ahora, ni lo serán en el futuro previsible.
Cualquier tipo de trabajo que implique aglomeraciones de personal en lugar del
teletrabajo se enfrenta al mismo problema. Igual que los viajes de vacaciones,
las actividades deportivas en grupo, y mucho más. Por lo tanto, logísticamente,
hasta que se encuentre una solución, una vacuna, un freno al contagio continuo,
nada de lo anterior va a suceder en un futuro próximo.
Ello
implica continuar distanciándonos, aislándonos (aunque sea en menor grado que durante
los dos últimos meses), potencialmente haciendo autocuarentena si la situación
lo justifica, y simplemente no volviendo
a lo mismo de siempre.
El segundo
elemento que he observado y que me da gran esperanza está indisolublemente
ligado al primero, porque este segundo elemento requiere, creo, más tiempo para
macerar en la mente, corazón y
espíritu humano. Muchos de vosotros habréis visto lo mismo que yo: el emergente
ser conscientes de nuestra conectividad a niveles que llegan mucho más allá de
ser simplemente miembros de la comunidad humana global. Habréis visto que el
mundo se ha unido virtualmente de muchas maneras, para conectarse a ese nivel
humano, a través de eventos en nuestras pantallas digitales que nos han unido
con multitud de personas. Eventos que podrían ser conciertos, oradores con
ideas que nos conmueven, líderes espirituales, cantantes, actores, profesionales
de la salud, políticos, y tantos otros que se unen para otorgarnos –
virtualmente– mucho de lo que nos une. Para hablar de amor, de gratitud y de
compasión. Para recordarnos la conexión. Y para recordarnos que simplemente no podemos volver a lo mismo de siempre.
En
algunas de estas ocasiones, y cuando contemplo el concepto de panorama general que tanto me ha fascinado desde
el brote de esta pausa en nuestras
vidas, me he sorprendido a mí misma pensando: aún no puede terminar. Es demasiado pronto. Aún no hemos tenido tiempo suficiente
para ver dónde deberíamos estar... adónde podríamos estar yendo. Y entonces,
por supuesto, cuando leo las declaraciones de advertencia de que necesitamos
más tiempo para solucionar el virus, y de que las cosas no serán como antes
durante unos cuantos meses o tal vez incluso años, una parte de mí casi se alegra.
Si
pudiéramos solucionarlo todo hoy o dentro de unas semanas, volveríamos a lo mismo de siempre. Nada habría cambiado realmente
más allá de los cientos de miles (o millones) de muertos, los empleos y
negocios perdidos, y las finanzas arruinadas de tantos, la salud de otros más
que sobrevivieron, pero cuyo bienestar físico ha sufrido un gran declive debido
al hecho de que estuvieron infectados. Esos
cambios son monumentales, te cambian la vida, son desgarradores y dolorosos.
Pero si volvemos a lo mismo de siempre y simplemente tratamos de seguir adelante
a partir de allí, entonces tengo que preguntar: ¿pero para qué sirvió todo
esto? ¿Para crear tal devastación y no aprender de ella ni empezar a construir
un nuevo mañana precisamente por culpa de
ella?
Así pues,
doy la bienvenida al tiempo en que se nos pide paciencia. Doy la bienvenida al
hecho de que no podamos –todavía– reencaminar nuestras vidas. Doy la bienvenida
al hecho de que continuaremos teniendo tiempo para contemplar lo que podría
significar todo esto. Porque al continuar uniéndonos como humanidad conectada,
como moléculas entrelazadas, y al darnos cuenta de que, de hecho, somos todos
uno, puede que descubramos, para cuando se cree una solución para el virus, que
hay un nuevo camino que seguir y que, después de todo, no tenemos que volver a
lo mismo de siempre, sino que nos encontraremos en un mundo muy nuevo y mejor.
Espero veros allí.
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CONFERENCIAS EN ESPAÑOL EN YOUTUBE
Estas conferencias mias, ofrecidas en distintos lugares de España
del 2017 al 2019, se pueden ver en mi propio canal de Youtube
haciendo clic en este enlace o en cualquiera de los enlaces que vienen más abajo
Vampiros energéticos: Su efecto destructivo en tu vida
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Soluciones para personas emocionalmente inaccesibles
y con dependencia emocional
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Narcisismo y Psicopatía: Vivir sin Empatía
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La relación espiritual y el sexo en pareja
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Elige hábitos que te permitan llevar una vida de bienestar
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Morir: Un enfoque espiritual
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Amor sano o disfuncional: ¿Cuál es la diferencia?
(ha habido problemas técnicos con el sonido de esta conferencia,
y de momento no la he subido a YouTube)
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