Puede que te vayas dando cuenta que mucho de lo que escribo, se vuelve
a repetir en otras palabras. Es así a propósito. En el marketing se dice que si
quieres vender algo, tienes que hacerle llegar el mensaje al consumidor al
menos nueve veces. En la psicología las cosas no son tan diferentes. Para que
el mensaje le llegue al lector, para que la transformación interna tenga una
oportunidad de tomar lugar, el mensaje debe ser repetido una y otra vez.
¿Qué Nos Dicen Nuestras Reacciones a Otros Sobre Nosotros?
Hace poco,
y además en el mismo día me preguntaron dos personas conocidas lo que haría si
un cliente (los llamo clientes, no pacientes, dado que paciente lleva la connotación de enfermedad) pasara por la puerta
que no me gustara, o lo que haría si un cliente me atrajera. Mi respuesta tiene
mucho que ver con lo que creo que un terapeuta ético debería de hacer, pero, más importante aun, tiene mucho que ver con
lo que todos podemos hacer y deberíamos
de hacer cuando nos confrontamos con nuestras reacciones frente a otras personas
en nuestras vidas.
De hecho,
se me estaba preguntando si recomendaría otro psicólogo al primer cliente
(aquel, que en teoría me caía mal), y si en el segundo caso (el cliente que en
teoría me gustaba) yo optaría por tener algún tipo de contacto social con ese
cliente, o si me privaría para continuar con la relación profesional.
Médico,
¡Conócete a ti Mismo!
La
estructura subyacente a mi contestación se encuentra en el consejo socrático: médico,
conócete a ti mismo. En otras palabras, si ejerzo en mi campo de trabajo
elegido, debo de haber empezado el
proceso de conocerme y de reconocer mis propios asuntos no resueltos. En
tal caso, cuando me afronto con un cliente que hipotéticamente no me cae bien,
entendería evidentemente, que la razón que me siento mal en presencia de esa
persona no tiene nada en particular que ver con el o ella, sino conmigo
Ah.
Hmm…
¿Eso
significa entonces que no le puedo echar la culpa a esa persona por como me
siento?
Nada de Culpabilidad?
Efectivamente. Nada de culpar a los demás. Incluso si la persona es insoportable, o difícil,
o necesitada, o altiva, o autocrática o lo que sea que me molesta a mi. Lo que me molesta a mi no es su comportamiento, sino algún asunto no resuelto en mi. Si
el tema estuviese resuelto, no me
llegaría a molestar. La emoción también puede ser una pista sobre algo que
se necesita resolver en uno mismo. Eso significa entonces que yo soy quien me
tengo que mirar y observar, en vez de mirar hacia fuera y señalar con el dedo a
otros.
Joyas en Nuestras Vidas
Volvamos,
entonces, al cliente hipotético que no me gusta. Tal cliente se podría convertir en una joya en mi vida, si estoy
dispuesta a seguir las directrices indicadas arriba, y si estoy dispuesta a
mirar hacia dentro, en vez de hacia fuera. Entonces tal cliente inmediatamente
pone en marcha el sonido de una campana que suena la alarma y que alza una
bandera roja en mi, para hacerme consciente del hecho de que a través de ese
cliente algo aun no resuelto está subiendo a la superficie.
El ejemplo
que estoy utilizando aquí es el de mi cliente y su efecto sobre mi, pero asi es
con cada persona que pobla tu vida,
desde la periferia hasta su centro, desde el vendedor del quiosco y el
limpiabotas, hasta tu pareja,
tus hijos y tus padres. Cada vez que reaccionas dentro de ti hacia algo, estás recibiendo un mensaje sobre ti por tu
psique, y si pones tu atención en tales mensajes, si miras al espejo de tu
relación con esa persona en concreto, aprenderás algo sobre ti, y con el tiempo
podrás solucionar esa asignatura pendiente para no tener que volver a visitar
ese lugar otra vez de tal modo que en el futuro, situaciones similares no te afectaran de ese modo negativo,
como han hecho en el pasado.
¡Tú también debes llegar a conocerte!!
Más arriba
cite a Sócrates: Médico, conócete a ti
mismo. Esto yace en el núcleo, el centro del trabajo de cualquier
terapeuta, psicólogo, psiquiatra, analista o sanador. No solamente porque esa
persona se ocupa de ayudar a la gente a entenderse mejor y a ayudarse a si
misa, y por ende a mejorar sus vidas y ampliar sus parámetros de libertad interior,
sino porque si esa persona no empieza con la suficiente humildad de reconocer
que el o ella también tiene asuntos a
resolver, va a resultar bastante inútil en la tarea de ayudar a otros a
resolver sus asuntos. No quiere decir
que cada uno de los asuntos
pendientes deben de haber sido resueltos antes de empezar a recibir clientes
(pacientes). Sencillamente significa que los debe de estar trabajando.
Activamente. Continuamente. Incesantemente. Incansablemente.
Lo que te atrae es muy importante…
Continuemos
a la pregunta sobre el cliente mió hipotético que me haya gustado. Aquí no
puede haber duda. Un profesional ético reconocerá de inmediato algún tipo de
contra-transferencia, es decir, que el cliente/paciente ha tocado a fondo en
uno de los asuntos sin resolver en uno mismo. Una vez más, por tanto, el
terapeuta debe de mirarse a si mismo. Por dentro. Y luego ser muy ético.
El mapa del tesoro
¿De qué
manera nos sirve entender todo esto fuera de una consulta? ¿Cómo tiene que ver
directamente con todos nosotros? Exactamente
de la misma manera. Cuando alguien te atrae, es porque esa persona lleva algo por dentro
que hace iluminar tus “botones”, que te llega de alguna manera, porque ahí hay algo que queda por resolver
dentro de ti. No hace falta que sea una cosa difícil o negativa,
sencillamente es algo que aun no se ha trabajado, y el hecho de que ahora te
atrae esa persona en concreto, debe de ser razón suficiente para que te des
cuenta que más allá de la química, más allá del enamoramiento, más allá de una
posibilidad de amor, hay algo aun más importante que te puede ayudar llegar a
ser mas libre desde el punto de vista psicológico y emotivo, y precisamente esa persona puede ser el
camino por el cual llegas hasta allí (ver también mi articulo Te tecesito…no te necesito: ¿Forma parte de la relación de pareja la dependencia?)
siempre que te des cuenta del mecanismo detrás de lo que sucede en la
superficie. Es decir, no te metas en una relación con los ojos cerrados. Mírate
bien a ti mismo. Entiende que la atracción, igual como en el ejemplo de mi
cliente hipotético, es una señal para ti, una pista, un mapa del tesoro, para que te pongas derecho y
hagas caso. Tus emociones son – al menos visto así – tu camino hacia la
libertad. Hazles caso más allá de lo
aparente y obvio. Aprende a usarlas. Úsalas para crecer. Haz que crezca y se tranforme tu camino
hacia la libertad, porque ese es tu deber contigo mismo y es tu derecho.
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